PANDEMIA

Mucho se ha escrito sobre el e-learning y cómo se ha convertido en la herramienta que facilita la continuidad de los procesos educativos en diferentes niveles de escolaridad, en medio de la pandemia que vivimos. Sin embargo, al analizar este reto en el entorno universitario, específicamente en Panamá, nos encontramos que va más allá de la accesibilidad a un equipo computacional y de las brechas digitales que se deben reducir, encontramos que diversos factores deben coexistir para el logro efectivo de la virtualidad en la educación. Entre esos factores podemos mencionar la conectividad, la disponibilidad de equipos y de recursos didácticos, la transformación del modelo pedagógico, etc.

Para los países en desarrollo, donde la educación se puede convertir en un aspecto esencial para el logro de los objetivos del milenio, es un componente crítico la redefinición del rol de cada uno de los actores del proceso educativo. Esto aplica, en especial, a los profesores, quienes, en muchos casos, pasaron de lo presencial a lo virtual en un abrir y cerrar de ojos, lo cual no es fácil de asimilar y mucho menos de implementar. Somos testigos de la brecha generacional que se percibe desde hace unos años.

El docente debe enfrentarse cada día a una audiencia virtual, que exige más la inmediatez de la información y la efectividad de los procesos en línea; además, es el representante institucional que debe lidiar con el reto de innovar, con recursos virtuales, en un campo donde quizás aún requiere capacitación. Le aquejan continuamente dudas sobre los recursos que puede utilizar, sobre los procesos de evaluación, sobre la necesidad de establecer una relación efectiva docente-alumno en un entorno virtual que muchas veces es frío y distante. Desde el punto de vista del docente surgen dudas, que las instituciones deben atender, para proporcionar respaldo y recurso, con el fin de garantizar todos los procesos y mantener la calidad.

¿Cómo las instituciones educativas de nivel superior pueden proporcionar esos recursos? Las universidades que trabajen sobre un plan de continuidad académica, basado en su modelo educativo, que busque garantizar procesos críticos, que defina qué es la docencia y cómo se debe llevar a cabo al utilizar medios digitales, sin perder de vista la misión y visión institucional, pueden lograr el éxito. Pero, a su vez, deben garantizar que los docentes cuenten con la capacitación y acompañamiento para lograr que la adecuación de la experiencia en el aula virtual, refleje la calidad que dicho plan ha definido.

Dentro de los programas que se pueden desarrollar para el acompañamiento docente, adicionales a las capacitaciones en los recursos propios de cada institución, podemos mencionar:

· Definir y comunicar al profesorado buenas prácticas en el ejercicio de la docencia, tanto en aspectos metodológicos, de planeación y de evaluación, tendientes a fortalecer las capacidades docentes para la educación virtual.

· Evaluar la disposición de TIC de los docentes, para desarrollar planes y políticas de apoyo que permita equilibrar el acceso a dichos recursos, esto permitirá a las instituciones garantizar la conectividad, el fácil acceso a recursos didácticos, de evaluación y seguimiento académico en entornos virtuales a todos los profesores por igual.

· Crear comunidades de aprendizaje colaborativo: para fomentar el uso de recursos en línea, nuevas tecnologías para el aprendizaje, entornos virtuales especializados, así como para compartir experiencias entre colegas.

· Promover las actividades de investigación tendientes a la mejora, adecuación y adopción de recursos de evaluación aplicables en la virtualidad, según las cátedras que se imparten. Esto permitiría a los docentes fortalecer las evaluaciones, así como disminuir la confianza desproporcionada que podemos tener sobre los recursos elementales que ofrecen los entornos virtuales de aprendizaje.

¿Cuál es el rol del alumno en este nuevo escenario?

El reto que suponen los entornos virtuales de aprendizaje con el apoyo de TIC, también se ve impactado por la disponibilidad de los recursos, pero brinda la oportunidad al estudiante de convertirse en sujeto activo en el proceso, donde las acciones de aprendizaje dependen más de él que del docente, esto es muy positivo, pues reta su autodisciplina, estimula el análisis crítico y reflexivo, convirtiéndose así en responsable de sus logros, generador del conocimiento, potencia el trabajo colaborativo haciendo su formación más humana.

Para concluir, más allá de los entornos virtuales de aprendizaje, de la institución educativa, del alumno y del docente, debemos analizar también el rol del entorno educativo. En ese espacio encontramos los entes reguladores, las autoridades nacionales y la comunidad; de ellos se requiere confianza en los procesos que se están redefiniendo, reconocimiento del esfuerzo que ha implicado el modelo educativo que surge en esta nueva normalidad y sobre todo, el reconocimiento del esfuerzo que día a día se palpa en los resultados, en ese nuevo graduado de licenciatura, ese nuevo especialista o máster que, a pesar de las circunstancias, ha logrado cumplir una meta y un objetivo de vida, de la mano de sus profesores y su institución educativa, contribuyendo a un futuro más prometedor.

Por: Edna Caballero de Lasso, Coordinadora de Calidad y Programas de Maestría, Docente en la Facultad de Ingeniería y Tecnología – USMA

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