Sentado en el jardín, después de dar una vuelta por cada una de las esquinas de mi casa, buscaba aminorar el aburrimiento de la cuarentena. Me envuelve un silencio para nada habitual, en un día de cielo claro y despejado, que después de un momento me hace recordar cosas gratas.

Llevaba más de diez minutos sin haber visto un solo carro pasar, ni una persona, no se oía nada. Me puse de pie, camine al portón y me asomé a la calle, miré hacia la derecha y luego a la izquierda; nadie.

¿Será que el mundo se acabó y no me di cuenta? El viento movía levemente las ramas de los árboles, iluminadas por un sol tempranero, los trinos persistían y en ese momento recordé una película en que la naturaleza se vengaba de la humanidad y la eliminaba con esporas o algo así… En ese momento volví a la realidad, el sonido de la licuadora y la voz de mis hijos me recordó que no estaba solo en el mundo.

Me quedé recordando en todas las películas y libros que tratan de temas similares virus, zombis, radiación de cualquier tipo, esporas asesinas y me di cuentas que, aunque parezca una trama de películas la realidad es otra, tal vez no sea tan caótica como en las películas pero el drama está y la gente anda asustada, preocupadas por su familia, sus empleos, su salud.

Aunque hay gente humilde que tiene la necesidad de salir de sus hogares y arriesgarlo todo por llevar el sustento a sus familias, gente que se la juega pues no tiene opciones, están otros que se exponen y exponen a los suyos y a la sociedad en forma irresponsable, por una rumba, como la mujer que gritó en televisión y redes sociales que ella celebraba los quinceaños de su hija sin importarle nada, en un acto que al final solo vejaba la reputación tanto a ella como la de su hija quinceañera. O la boda que se realizó a puertas cerradas en un condominio, a pesar de que las autoridades habían prohibido este tipo de eventos.

Es cierto que estamos muy lejos de vivir en una sociedad perfecta, pero también está llena de héroes, infinitamente más héroes de lo que hubiésemos siquiera

imaginado: médicos, enfermeras, voluntarios, policías, bomberos y todos los que se han solidarizado con el prójimo. Los villanos son menos que los héroes, pero hacen mucho daño.

Solo siendo responsables, podemos seguir adelante, solo solidarizándonos podemos continuar adelante, luchando todos juntos. Estamos viviendo situaciones que nunca habíamos imaginado, que nos harán cambiar nuestra forma de vivir. Solo Dios sabe cuánto puede cambiar todo. Este año 2020 se recordará como el año en que todo lo que veíamos en películas o leíamos en novelas de ficción nos sucedió. Pero también sabremos que fue el año que nos fortaleció como sociedad. Este será el año en el que la ficción nos alcanzó y la superamos.

Prof. Antonio Arango – Docente de la Facultad de Ciencias Sociales – USMA

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