Leer

 

Ariel Barría Alvarado

 

“Se escribirá esto para la generación venidera”. (Salmos 102:18)

A menudo, ciertos personajes con voz y público en las redes sociales suelta una provocación como la que da título a este artículo. Es obvio que se trata de una pregunta retórica, porque quien se asoma a una casa abandonada, en medio de la noche, y consulta: “¿Hay alguien aquí?” es porque presume que, en efecto, alguien está dentro, aunque tema escuchar una respuesta. También el que pregunta si leer sirve de algo confía en que habrá alguien que sepa hacerlo para, por lo menos, leer tal interrogante.

Sin embargo, es posible que con el verbo “leer” se alude a la lectura literaria. Una televisora local preguntaba hace algún tiempo a un grupo de jóvenes sobre sus lecturas, y luego de que varios citaran diversos títulos, uno de ellos dijo que “no podía leer porque necesitaba estudiar mucho”. Es posible que entendiera como “leer” una actividad vinculada con la literatura. Enfoquemos entonces la consulta titular: “¿Leer literatura sirve de algo?”.

Voy a partir de un hecho comprobado: leer implica, por lo menos, una dualidad cierta; quien lee, escribe; quien escribe, lee. Hablo de una lectura comprensiva y de una escritura clara y precisa. Ambas actividades son complementarias, consecuentes. De ahí surge un provecho inicial bastante importante.

¿Cómo funciona tal dualidad?

De la misma en la que un boxeador se ejercita corriendo. Aunque nunca emplee sus piernas en lugar de sus puños, las piernas fortalecidas le permitirán mantenerse en pie, mientras usa sus puños.

La lectura, por su parte, es la gimnasia de la mente y, por extensión, de todos los sentidos. Sí, de los sentidos: cuando usted lee la palabra “limón” es probable que, por lo menos, el sentido del paladar se active; o cuando lee la frase “una hoja de papel de lija” pueda experimentar la sensación que produce el tocar el objeto. A medida que avanzamos en nuestro nivel de lectura, esa posibilidad se acrecienta.

Leer-escribir; por lo tanto, también hace crecer nuestra posibilidad de transmitir a otros sensaciones, ideas, imágenes, mediante lo que redactamos.

Si no lees, ¿cómo lo harás?

Esto inicia, como todo, desde los niveles básicos (en los que leer simplemente es leer) hasta avanzar en complejidad (leer es comprender) en ruta hacia la meta ideal (leer es poder escribir, bien). Esa meta se ubica dentro del campo del pensamiento humano más complejo, el que abre espacios en el arte, la ciencia, la filosofía, la poesía, el diseño tecnológico…

Creo que estas reflexiones nos aproximan a una respuesta a la pregunta que encabeza este artículo, pero si aún faltan afirmaciones más concretas, recordemos que leer y escribir constituyen una facultad exclusivamente humana, y reviste tanta importancia que la propia Historia reconoce su punto de inicio en aquel momento en que se originó la palabra escrita (y por lo tanto leída). Antes de eso está la “prehistoria”; lo que vendrá después se reconocerá como “civilización”.

Las opiniones expresadas en esta sección son de exclusiva responsabilidad del autor y no representan la opinión de esta Universidad.

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