El mundo se encuentra en constante cambio. Vivimos, en conjunto, una situación sin precedentes, la cual nos ha hecho replantearnos normas, sistemas de convivencia y procedimientos en general. Las condiciones actuales en las que nos encontramos han repercutido exponencialmente sobre cada estrato de nuestra sociedad, demandando cambios y la capacidad de adaptarnos; de estas, depende la supervivencia. Esto se aplica, no solo a nosotros como personas, sino también a las empresas y organizaciones, aquellos entes llenos de capital humano y que impactan sobre nuestra vida diaria, estemos o no conscientes de ello. De estas dependen un sinfín de servicios y productos que hacen la existencia mucho más funcional.

Como he aprendido gracias a mis clases de Psicología Industrial y Organizacional, estos momentos de cambio son cruciales para toda organización. La crisis se convierte en un agente catalizador que pone en marcha mecanismos de innovación y creatividad. Cada empresa, sean esta de servicios, como la salud y la educación, o de bienes, como los comestibles, se enfrenta al monumental reto de mantenerse vigente. Después de todo, la adaptabilidad será aquello que les permitirá cumplir con las demandas de sus clientes, al mismo tiempo que les asegurará en gran parte mantenerse a la vanguardia dentro de la cadena de valor del mercado.

Sin duda alguna, hemos podido constatar esta realidad en carne propia como miembros de la Universidad Santa María La Antigua. Ya sea que pertenezcamos al cuerpo estudiantil o al personal colaborador, no cabe duda de que hemos sido testigos desde el día cero de las grandes modificaciones y esfuerzos realizados para seguir contando con el privilegio que constituye la educación.

Hace unos meses, a partir del momento en que se notificó al país la necesidad del distanciamiento social, nuestra institución se reveló capaz de cumplir con la nueva demanda, impulsando nuevas modalidades para la educación y el trabajo a distancia. Por supuesto, no fue un proceso sencillo; la adaptación al cambio conlleva incomodidad y la disposición para despojarnos de aquellos modelos y recursos que nos brindaban confort. No obstante, podemos ver que, por parte de la USMA, se han puesto a disposición muchos de los recursos necesarios para que podamos seguir contando con acceso a la educación. Por ejemplo, se realizó toda la coordinación necesaria para unificar la plataforma virtual, de modo tal que logramos finalizar a tiempo el primer cuatrimestre del año e incluso iniciar uno nuevo en poco tiempo. También, se procuraron arreglos de pago para responder a las nuevas necesidades económicas.

Si lo vemos desde una perspectiva global y en comparación con otros casos, nuestra universidad ha demostrado la importancia que le merecen sus estudiantes y el personal colaborador. Es cierto, existirán puntos a fortalecer y dificultades en el proceso; sin embargo, es digno de resaltar el compromiso con la educación que han demostrado, y eso cimienta a la USMA como una organización de excelencia, resiliente y con capacidad para manejar el cambio.

Por Anna Victoria Diaz – Estudiante de la USMA

Las opiniones expresadas en esta sección son de exclusiva responsabilidad del autor y no representan la opinión de esta Universidad.

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