perspectivas

A veces se nos da muy fácil hablar sobre arquitectura, arte, historia, hasta de cualquier tema abstracto, pero más que eso, brindar soluciones que mejoren la calidad de vida, eso sí que nos apasiona a muchos de los arquitectos, aunque no suela reconocerse.

Ofrecer a la comunidad todo el conocimiento, experiencia y atención para responder de manera eficiente a los problemas que afrontan, aflora, especialmente en los momentos de crisis. Esta condición latente puede tener origen en la formación académica universitaria, la cual pasa por varios tamices; uno de ellos, el antropológico, que mantiene una relación innata con la profesión de arquitectura como eje integrador de los modos de comportamiento sociales y hace del arquitecto un ente alterador del ambiente físico que permite que exploremos, mientras los vivimos, términos como habitar y comunidad.

Es requisito perseguir el ideal de excelencia, esforzarse por ser profesionales al más alto nivel siempre, pues la arquitectura consiste en mucho más que sentar las bases para la vida y su desarrollo y, aunque el poder del arquitecto como tal, no alcanza para mucho, la dimensión política de esta profesión es muy poderosa y evidente; de allí que importe la disciplina en el ejercicio, en la vida misma del arquitecto.

Una de las concepciones del término arquitectura es la unión de la ciencia y el arte en satisfacer las necesidades humanas. Algunos pensarán que me refiero a construir, y hasta cierto punto tienen razón, pero esta relación de arte y técnica no puede resumirse en pegar bloques para definir un espacio,  en producir edificios a priori y sin sentido.

arquitecto

¡No! La arquitectura como tal va mucho más allá: es pensar en el modo de vida de quienes habitarán esos espacios para que puedan contar con una solución funcional, estética, asequible, que permita cambios en el estilo de vida. Un consejo que varias veces nos repitió (a unos cercanos colegas) el maestro arquitecto Virgilio Sosa -QEPD- fue: «¡piensa!, ¡piensa!, ¡piensa!, Cómo se usará ese edificio en 5 años, en 10 años, 20 años, y hasta cuando ya no estés. Si la solución que planteas se adapta a eso y se puede mantener, entonces ¡sigue!»

Un arquitecto estructural es el profesional con amplia idoneidad, técnica, social y artística capaz de diseñar, coordinar y realizar las soluciones más adecuadas para la vivienda del hombre, sus lugares de recreo o centros de enseñanza, de trabajo y de servicios sociales, atendiendo siempre el bienestar colectivo, a la estabilidad y seguridad de las construcciones, al respeto a la personalidad y al logro de las concepciones de utilidad funcional. Así lo define el ente legal encargado de reglamentar nuestra profesión, la JTIA.

La crisis, que unos llamarán maldita crisis, y otros llamaremos bendita, nos exige, forja nuestro ejercicio obligándolo a repensar, a reinventarse, a volver a lo básico. El arquitecto propone urbanidad. Plantea soluciones, canaliza las necesidades y demandas de su cliente, se apega a las ordenanzas de la ley y se preocupa por los que habitarán esos espacios de forma coherente con la ciudad y la sociedad en donde está inmerso. Esa es la responsabilidad técnica y social del arquitecto.

Las opiniones expresadas en esta sección son de exclusiva responsabilidad del autor y no representan la opinión de esta Universidad.

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