Por Katherine Garnett

Estudiante de la USMA

Cuando me enteré de que un requisito para graduarme consistía en realizar el Servicio Social Universitario, lo primero que se me vino a la mente fue: “¡Qué pereza! ¿Para qué necesito eso?”.

Qué equivocada estaba al pensar así. No sabía ni por dónde empezar, cómo iba a decidir cuál era la mejor opción ni cómo afrontar tantas otras incógnitas que pasaron por mi mente.

Luego me dije: “Bien, es hora de hacer un cambio”, y ahí fue donde empecé a investigar los diferentes sitios en los que podía realizar el SSU. Finalmente, me decidí por Techo Panamá, una organización formada por voluntarios jóvenes que quieren promover un cambio positivo en su país.

Techo Panamá cree que el país puede cambiar mediante la concientización y el trabajo en equipo, apoyando a los diferentes asentamientos informales que se ubican en varias partes de la nación, por medio de la construcción de viviendas, veredas y parques.

El trabajo es arduo pero gratificante. El contacto directo con la comunidad permite ver realmente dónde quedó tu esfuerzo, cuando la familia recibe su vivienda terminada y uno se da cuenta de que no acabas de entregar una vivienda sino un hogar, ese lugar donde duermen, hacen la tarea, cocinan, cuidan a sus hijos y donde pasan gran parte de sus vidas, ¡Esas vidas que acabas de cambiar!

Al llegar a mi casa, con emoción les conté a mis familiares todo lo que viví en la construcción masiva de diciembre y ahí fue donde comprendí lo que verdaderamente ocurrió en ese lapso del SSU: ¡mi vida había cambiado!

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