quejas

Todos nos hemos quejado de un servicio, producto o entidad en las redes sociales; incluso, creemos que es la forma más fácil y rápida de presentar nuestras quejas, sobre todo cuando logramos que nuestros amigos y seguidores se unan a nuestro sentimiento de disgusto para crear presión a la cuenta. Dependiendo de nuestro nivel de enojo, hasta buscamos causar repercusiones en el desenvolvimiento del objeto de ese enojo, como baja en ventas, crear una mala imagen, o que la organización sea cancelada. Esto es muy conocido en redes sociales como «Cultura de Cancelación».

Sin embargo, muy poco nos detenemos a ver cómo estas acciones pueden afectarnos a nosotros, nuestras amistades, familiares o la economía de una empresa.

Hay cuatro puntos básicos en los que no pensamos antes de realizar una publicación orientada a la cancelación de una entidad:

  1. No pensamos en la cantidad de personas que trabajan para esa empresa (que pueden ser amigos que laboren ahí sin que lo sepas), y lo que ocurriría si logramos realmente afectar a la empresa.
  2. Muchas veces nos cuesta recordar que las personas cometen errores y que ninguna compañía funciona 100% a la perfección, y nosotros como clientes, los juzgamos rigurosamente.
  3. Probablemente también desconozcamos sus políticas de clientes no satisfechos, o si tienen formas de manejar ciertas situaciones.
  4. No pensamos en nuestra imagen y cómo esto nos perjudica. Sí, nuestra imagen también se puede ver afectada.

¿Por qué debemos tomar en cuenta estos puntos antes de hacer públicas nuestras frustraciones en redes sociales? Te lo explico:

  1. Usualmente pensamos en cómo un servicio nos ha afectado a nosotros, pero si a través de una publicación disminuyen las ventas de un comercio, no solo perjudicamos a la persona que nos trató groseramente, o al que fabricó el producto defectuoso, sino que afectamos también a decenas o a cientos de familias que reciben sustento directo de la empresa que probablemente no tienen culpa de la situación que estamos viviendo. Si nos sentimos decepcionados por el trato, servicio o producto que hemos recibido, es lógico que no queramos recomendar a la empresa, pero también debemos ser conscientes de que nuestra situación puede ser poco frecuente y no hay necesidad de afectar a la compañía.
  2. El error humano es algo común. Muchas veces juzgamos a toda una empresa por las acciones de un solo colaborador, o por un solo producto defectuoso. Debemos tratar de ver las compañías en forma global y no juzgarlos solo por una situación negativa. ¿Has tenido problemas antes?, ¿conoces a alguien que haya tenido una buena experiencia?, ¿es la primera vez que te pasa?, ¿podrías darle otra oportunidad? Estas son algunas de las preguntas que podríamos hacernos para evaluar mejor la situación.
  3. Muchas empresas se preocupan por su imagen y la satisfacción de sus clientes, es probable que ya tenga algún contacto donde puedas quejarte privadamente y solucionar tu situación. Busca en su página web, redes sociales o teléfono de contacto para lograr una resolución que beneficie a ambas partes antes de perjudicar públicamente a la compañía.
  4. Independientemente de que tengas razón, si estás constantemente quejándote en redes sociales serás percibida como una persona negativa, y aunque hay mucha gente que le gusta seguir a personas con este tipo de personalidad, la realidad es que, si todo en tu perfil es negativo, la mayoría preferirá alejarse de ti. Por otra parte, es cada vez más común que las empresas miren los perfiles de redes personales de sus futuros colaboradores, y es poco probable que contraten a una persona que se estará quejando constantemente. Igual, pierde valor todo lo que interactúe con tus publicaciones; o sea, si estudias en determinada universidad y estás todo el tiempo quejándote de ella, tus palabras son las que le restarán valor a tu título; si tienes un carro y de forma continua publicas que siempre se daña, no esperes que otras personas quieran comprarlo al momento que quieras cambiarlo. Y así, son tus propias palabras negativas las que le van restando valor a lo que te rodea.

Lo peor de nuestra cultura de quejas (o de cancelación), no es ninguno de los puntos anteriores, lo peor es que quejarnos se vuelve adictivo y no te permite apreciar lo positivo de las cosas, pues empiezas a enfocarte en solo lo negativo de tu vida, en todo lo malo que te pasa. Esta es una práctica peligrosa que eventualmente puede permear tus relaciones personales, laborales, etc.

¿Qué puedes hacer?

Conscientemente, intenta ver lo bueno, busca soluciones en vez de quejarte, busca ayudar a mejorar, en vez de perjudicar, y verás la diferencia que esto crea en tu vida, en tu ambiente y hasta en las compañías con las que interactúas.

Por Lic. Michelle Flores Stanziola – Egresada de Facultad de Ciencias Sociales de la USMA

Las opiniones expresadas en esta sección son de exclusiva responsabilidad del autor y no representan la opinión de esta Universidad.

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