Ing. Graciela Aguilar

Pluma Invitada

Ing. Graciela Aguilar

Profesora de la USMA

Leí en algún lugar una frase que decía: Mientras sigas transitando la misma senda no puedes llegar a puertos distintos. ¡Cuánta verdad hay en esto!  En general el ser humano está acostumbrado a sus hábitos y rutinas, a ser siempre el mismo y hacer siempre lo mismo, y mientras eso siga así, no hay posibilidad de cambio, ni de evolución y mucho menos de superación.

Esto me hace preguntarme, ¿por qué la mayoría de las ocasiones nos asustan tanto los cambios?  ¿Será que nos abruma el miedo a lo desconocido? ¿La incertidumbre de saber qué nos deparará esa modificación/cambio en el trabajo, el amor, el dinero o la familia?

Veamos, los Aztecas cada 52 años mataban al sol, pensarás ¿qué es esto?, ¿cómo así? Pues ellos decían que si no lo mataban se haría viejo o ya no iba a calentar, entonces era mejor  matarlo para dar paso a un nuevo sol que les diera nueva vida y apertura a nuevas situaciones. Ellos pensaban que lo que no muere periódicamente, envejece peligrosamente.

Sabes, me siento identificada… a veces queremos hacer que los malos momentos sean pasajeros y los momentos que me gustan se solidifiquen, si lo puedo volver piedra mejor! (Wrong = error)

Atrévete a cambiar!  Haz apertura a las acciones, que se expresen en nuevas actividades.  Algo como esto:

1. Descubre cosas nuevas:

No tiene que ser radical. Empieza por algo simple. Si siempre comes un tipo de comida o sitio, prueba uno distinto.  Práctica un deporte nuevo.  Recuerdo que me daba pánico nadar, una vez me decidí y ahora es mi mejor aliado para soltar el estrés. Ahora bien, habrán algunas cosas que no te gustarán, y esas las dejas de lado y ya está, pero también descubrirás otras que sí.

2. Anímate hacer eso que llevas tiempo deseando hacer:

Ya sea por pereza, miedo o inseguridad, no nos atrevemos hacer algo que queremos hacer. En mi caso, quiero aprender a patinar, ufff pero me aterra caerme (y el gasto que significaría eso). Pero amo la idea de poder estar sobre unos patines y dejar que la brisa roce mi rostro (sin contar los beneficios que le harán a mis piernas.). También recuerdo ver una pareja bailar tango, fue apasionado, ¡fuerte! Me dije a mi misma, ¡yo quiero eso! Y así lo hice, aprendí, me equivoque, fallé, me reí, pero al final sentí que al bailar tango es como si estuviera soñando con los pies.

3. Se realista:

Si querías ser astronauta y vives en Panamá, tienes 60 y le temes montarte a un avión, definitivamente no escojas esta meta. No hay límites que tu mente pueda superar, pero hay “detalles” que considerar.   Termina eso que tanto quisiste estudiar, escribe algo (para ti, pero escríbelo), canta (aunque sea en el silencio de tu hogar).

Todo cambia, por mucho que nos asuste.  No esperes a que la vida te saque a empujones de lugares, situaciones, circunstancias que no te conviene estar. Sal de la rutina. Más bien pregúntate ¿qué voy hacer si me botan del trabajo? ¿Qué va pasar si la ruta que siempre transito está cerrada? ¿Qué voy hacer “the day after”?.

Paulo Coelho dice: Si piensas que la aventura es peligrosa, prueba la rutina.  Es mortal.

¿QUÉ ESPERAS?

Las opiniones expresadas en esta sección son de exclusiva responsabilidad del autor y no representan la opinión de esta Universidad.

Lee también

Pluma Invitada: Caminos de Luz, Un cambio de Paradigma

 

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada.

90 − 88 =

error: Copyright ©. Universidad Santa María la Antigua