Por: Rita Q. Melhado de Alfú

Magíster Recursos Humanos

Hoy día escuchamos por muchos medios el tema «Educación con Valores». Sin embargo, ¿sabemos realmente qué es educar con valores?

Educar implica el desarrollo integral del ser humano, donde entran en juego: el entorno familiar, social, cultural y, por supuesto. toda la vivencia durante la vida escolar y universitaria de la persona.   De hecho, los primeros maestros en la vida del ser humano son los padres.  Para educar a los hijos es fundamental el conocimiento de ellos, es importante que los padres observen a cada hijo, ya que la sociedad ha evolucionado en forma positiva y en forma negativa siendo uno de los avances la tecnología que ha logrado penetrar en nuestros hogares y el manejo y acceso de la información ha rebasado todas las fronteras, creando así un mundo misterioso y maravilloso e incontrolable que si bien permite enriquecer nuestros conocimientos, de igual forma, el manejo inadecuado puede ser perjudicial especialmente a los niños y jóvenes que están  en un  proceso de crecimiento y desarrollo humano, espiritual e intelectual.

Educar es en suma: formar, dirigir, instruir, transmitir y enseñar para la vida.

Educar es llevar inserta en el alma el escudo de la verdad, el respeto,  la fe, la dignidad, la integridad, la justicia, el trabajo la honradez y la perseverancia  entre otros.

El Ser humano lleva intrínsecamente su propia dignidad, otorgada por Dios. Los valores aprendidos en una familia son la mejor herencia que se regala en un acto de entrega  y dedicación a los hijos.

Siempre recordaré el primer día de clases en el Post Grado en Docencia Superior, la Asignatura: Realidad Educativa a Nivel Superior, impartida por la profesora Celsa Del Cid, quien inició su exposición con la siguientes reflexiones: “Quien trabaja con valores se le simplifica  todo”, “La enseñanza debe ser impartida con amor”.  Estas afirmaciones dejaron huella en mi alma y marcó para siempre mi  ruta en la búsqueda del saber y del querer enseñar a otros y comprendí que el Amor es el primer pilar sobre el cual debe apoyarse el docente de todo nivel.  Sin embargo, cuántos desatinos se cometen en su nombre y cuántos crímenes ha sufrido la humanidad por un mal entendimiento de lo que en realidad es amor.

El Amor:   “Es comprender sin dejar de criticar las equivocaciones.  Amor es con dulzura orientar a quien queremos.  Amor es darle sabor al deber, cumpliendo a cabalidad sin escatimar esfuerzo, sin regatear sacrificios, sin darse por vencido antes de comenzar.  Amor es un compendio de comprensión y el mayor medio para  crecer en la fe y la esperanza, es la fuerza que nos conduce hacia la perfección y la más sana alegría.  Amor también son los principios cristianos, es entender y perdonar, es querer sin condiciones que se interpongan a su más pura expresión”. -Consejos de Mi Padre.-

La medida del amor es: Amar sin medida.

 La Verdad: La verdad nos hace libres, nos da alas, nos quita peso de encima, nos hace valientes y fuertes aún en los momentos difíciles y siempre alcanzamos la victoria, cuando decimos la verdad.  Es el antídoto de la mentira, y la puerta de la liberación, es edificante y enriquecedor, SER UNO MISMO.  La verdad es el marco de la realización del ser porque somos  únicos e irrepetibles y sobre ese ser humano hay un potencial en desarrollo que llegará a su plenitud en el momento  que esté preparado, por eso debemos prepararnos siempre.  La preparación y la educación no tienen límite si así lo establecemos.

El Respeto: Este siempre es de doble camino, para merecerlo hay que darlo y es la base de toda relación, (padres, hijos, esposos, hermanos, compañeros de trabajo, profesores, alumnos, amigos etc.)  Antes del amor está el respeto, sin respeto no hay amor, no hay valor, no hay buena semilla y en este mundo que le toca a  la juventud parece que esta palabra quiere desaparecer del diccionario.   Donde no hay respeto ya no es posible el amor. Es necesario e importante conservar este valor como una norma  invariable en nuestra vida,  tal como las pilastras que sostienen un gran edificio.  El respeto son los grandes pilares del amor.

La Fe: Fe es imaginar que alcanzaremos con certeza y sin dudar lo que anhelamos.  Es colocar el pensamiento primero en nuestra mente, y aferrarnos a él.  Es creer que las cosas se  darán sin dudar.   Entonces, toda nuestra alma, nuestra mente y nuestro cuerpo y la razón trabajarán en dirección a ese objetivo como el minero que sólo se pone el casco para iluminar el camino. Pensar que será una realidad, pero sin dudar.  Los exhorto a hacer la prueba y vivirán los resultados.

La Integridad: Ser íntegros, es pensar, decir y hacer lo mismo.   Es decir, pienso que soy bueno, digo que haré el bien y luego hago el bien.  Eso es ser íntegro, pensar decir y hacer lo mismo.  La integridad es una virtud, virtud que se ha perdido hoy en el  juega vivo,  lo hago fácil, en el mínimo esfuerzo, en el haré lo más cómodo.

La Perseverancia: No basta hacer una sola vez las cosas, hay que perseverar.  Perseverar es hacerlo siempre, sólo los que perseveran alcanzan, sus metas, sus éxitos y todo lo que se proponen hacer.  Más importante que tener mucha inteligencia es el propósito de seguir, sin él la inteligencia se puede dispersar en miles de cosas y no lograr ninguna.

La Justicia: En esta vida es difícil hablar de justicia; me limito en que debemos esforzarnos en no hacer al otro lo que no nos gustaría que nos hicieran.  Es un tema amplio y regido por leyes humanas y como tal, falible.  Considero como verdadera justicia La Divina. Solo Dios sabe impartirla con pureza, dignidad y sabiduría.

La Dignidad: La dignidad va ligada a todo ser humano, aún los animales son dignos del amor humano, y la naturaleza es digna del respeto que los humanos debemos profesarle.  ¿Por qué?, sencillamente porque todo viene de la mano de Dios y tan sólo con ese principio somos dignos hijos de un Rey, que nos amó primero y sin condiciones, porque su amor es un amor gratuito, no lo hemos merecido. Él nos ama porque nos ama y no por lo que hacemos.  Es el verdadero amor incondicional.  Y este amor es el  más cercanamente parecido, al que los padres profesan a sus hijos.

El Trabajo: El trabajo, no importa cuán humilde sea, dignifica al hombre.  El trabajo es un don y una realización humana si lo hacemos con gusto y con alegría.  Es de vital importancia prepararse y escoger lo que realmente nos agrada.  Debemos esforzarnos por realizarlo lo mejor que podamos.   El trabajo eleva la dignidad humana, y nos da los medios para vivir y para llevar lo necesario a los que amamos.

La Honradez: Ganar honradamente lo que tenemos es de un valor incalculable, en un mundo donde lo contrario es ya casi lo correcto, y el honrado es el tonto, donde reinan los anti-valores.  Si no nos acostáramos cansados de trabajar tal vez no se disfrutaría tanto la cama, si no conociera la necesidad,   no valoraríamos el esfuerzo de lograr algo.   La necesidad agudiza el ingenio, el trabajo es fuente de creatividad, desarrollo pleno y permanente.

La Disciplina: Es una virtud indispensable en la búsqueda de la realización profesional y personal.  Hasta los ángeles son disciplinados, y no es una suposición, en la Biblia se mencionan y en la forma en que ellos aparecen en las historias bíblicas, hablan de seres ordenados y disciplinados.

La disciplina nos ayuda a:

  • Desarrollar método
  • Obedecer
  • Desarrollar metas en la vida y alcanzarlas
  • Realizar nuestros sueños
  • Saber dónde encontrar lo que buscamos
  • Ahorrar tiempo
  • Ayudar a otros

La Paciencia: Algunos nacen con poca o casi ninguna  paciencia, sin embargo podemos esforzarnos en desarrollarla.  La paciencia es el arte de saber esperar y es una virtud imprescindible en el docente.

Me pareció interesante y a manera de enriquecimiento incluir en este ensayo, mi análisis acerca de un artículo titulado “La Relación Pedagógica que Yo Deseo Asumir”, de Sergio Dávila, por considerarlo muy relacionado con el tema valores y educación.

Menciona que para mejorar la educación, los maestros y profesores, (y yo quisiera agregar a los padres, pues son los primeros maestros), se debe romper con estas viejas costumbres obsoletas de enseñanza, dejar de lado la psicología de que “la letra con sangre entra” y “el  silencio  absoluto” entre otras, porque sabemos hoy en día, que estos viejos métodos en lugar de hacer de la educación una experiencia grata de adquisición de nuevos conocimientos, la convierten en una “tortura medieval”.  Luego de haber hecho las rupturas con lo anterior, el autor de este artículo propone que el docente debe empaparse un poco con las teorías de la psicología en lo referente a la educación, incluyendo el cómo se da el proceso de aprendizaje en el ser humano, para que de esta manera pueda elaborar mejores técnicas para transmitir sus conocimientos, y los estudiantes puedan sacarle el mejor provecho a la experiencia del aprendizaje.  Hace también alusión a algunos términos de aprendizaje (como la zona de desarrollo proximal, andamiaje, los procesos cognoscitivos), y la forma en que él como docente lo aplicaría a su forma de enseñar, dejando ver así la importancia que tiene para un educador el conocer acerca del funcionamiento de las estructuras mentales, procesos cognoscitivos y desarrollo del ser humano.

Pienso personalmente, que éste es uno de los grandes problemas en la educación actual ya que algunos docentes piden a sus alumnos que rindan como si tuvieran 4 ó 5 años más de la edad cronológica que tienen, situación que antes no se daba (otra de las razones por las que opino  que no todo en la educación tradicional  debe desaparecer).

El profesor de este nuevo siglo,  debe hacer un equilibrio entre lo bueno de la metodología tradicional  y los nuevos métodos innovadores de la educación que han ido surgiendo estos últimos años.  Así el estudiante será constructor de su propio aprendizaje, pero tendrá siempre los conceptos esclarecidos y la guía del maestro durante todo el proceso.  Es muy importante que el educador innove, sí, pero no olvidando su labor de transmisor de nuevos conocimientos y de guía para una mejor experiencia educacional.

En cuanto a la actitud que debe tener el docente con respecto a su clase, relacionada con este artículo, el autor subraya una serie de normas las cuales siento,  son esenciales para establecer un buen ambiente para el aprendizaje. El  autor  subrayó entre otros, la importancia de un clima de amistad entre el educador y el educando, dentro del cual debe existir una mezcla de cordialidad, respeto y alegría, combinado además con un estilo educativo integral, ya que sabemos en la actualidad que el aprendizaje no se da sólo en el salón de clases, sino que es un proceso de  toda la vida. Nacemos aprendiendo y morimos aprendiendo.

Concluyo este ensayo con un hermoso pensamiento del autor, de «La Relación Pedagógica que Yo Deseo Asumir», de Sergio Dávila:

“No hay alternativa, si el río cambia de cauce no puedo permanecer pescando en el mismo lugar. Un mundo en cambio exige una relación pedagógica diferente, y hoy debemos retomar la sabiduría de quien hace dos mil años nos advertía a orillas del mar de Galilea, «nadie pone vino nuevo en cueros viejos; pues de otro modo, los cueros se revientan, el vino se derrama, y los cueros se echan a perder; sino que el vino nuevo se echa en cueros nuevos, y así ambos se conservan». (Mt 9, 17)”

El ideal para el logro de una educación completa es en definitiva la aplicación de los valores en el diario vivir, educando con el ejemplo y en el marco del amor.  Hoy más que nunca padres de familia y educadores debemos aceptar los cambios que el mundo nos presenta, utilizar todas las herramientas que los tiempos nos ponen a nuestro alcance, como son los avances tecnológicos, la psicología aplicada  y el criterio sabio y oportuno del  docente  preparado para la educación en un mundo cada vez más exigente.

 

 

 

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