Por: Prof. Eduardo E. Pazmiño U.
Economista, Banquero y Docente de la USMA
Estamos al tanto del ímpetu y cambio del trato del mundo global que caracteriza la nueva administración presidencial del hermano pueblo de los Estados Unidos de América. Y, el previamente anunciado BREXIT.
Igualmente, se ha dado preponderancia a la opinión emitida por colegas economistas o por quienes han sido influidos por los mismos.
Hay un aspecto que debemos tener en cuenta, sin embargo, para entender lo que realmente sucede. Y la posición que como país y actores económicos debemos tener.
Por formación, mis colegas están mayormente orientados a dirigir su análisis a expresiones de políticas públicas, como elemento básico de negociación. Como tal, se obvia o no se pone sobre la mesa la naturaleza de la cultura de negocios en el que funcionan los gestores de tales políticas públicas.
Al igual que el BREXIT, hay que tener en cuenta que el entorno de negocios de esa esfera es muy contencioso. Y tal cultura se refleja en las acciones políticas públicas tomadas por los mandatarios de turno.
Así, se miden las fuerzas y se toman medidas. Más que para lograr el objetivo aparente, para renegociar acuerdos en curso que sienten que pueden llevar más a su favor ante contrapartes desprevenidas en coherencia económica o carentes del pie de fuerza o experiencia legal para librar el combate.
Estimo que este puede ser el caso, tanto para el BREXIT como para la administración de TRUMP.
De lo contrario, ambos gobiernos exponen a sus economías, como se comentó en un artículo que circuló en las redes, a que sus socios comerciales y económicos desvíen el comercio y/o lleguen a un nuevo arreglo geopolítico que los excluya.
Independientemente de lo anterior, más que preocuparnos de los efectos del BREXIT o la política pública TRUMP debemos enfocar nuestro ingenio en qué puede y debe hacer Panamá ante distintos escenarios. Incluyendo la manera cómo proteger y hacer progresar la continuidad de nuestra economía; aún a pesar del menos conveniente.
A su vez, individualmente, tenemos el deber de definir cuál es mi responsabilidad como ciudadano al que Dios regaló talentos para descubrir oportunidades de actuaciones necesarias para construir un mundo mejor para todos. Mundo este para el que ya no existe una cima o zona de comodidad.
Éstas son meros escalones desde el que se visualizan otros cada vez más altos y conducentes a perseguir metas tan amplias e infinitas como la inteligencia humana, individual y conjunta.
Quejarnos, por consiguiente, de que otros gobernantes trabajan por su país , implica que nosotros no realizamos nuestra tarea, teniendo capacidad de sobra y probada, de definir un mejor futuro para el nuestro y de lograrlo.
Aún más, sea cual sea el nuevo orden internacional, PANAMÁ tendrá siempre un papel visible y relevante que desempeñar en el concierto mundial.
Esto no es algo nuevo. Bolívar expresó:
PANAMÁ ES PARA LOS AMERICANOS, LO QUE LAS CORINTIO FUE PARA LOS GRINGOS.
No obstante, la historia ha probado que tal rol se extiende para con toda la comunidad global. Por el rol en la solución de diferendos geopolíticos; el del comercio internacional; la cultura del progreso y paz; por ser un centro financiero, entre otras cosas, el alcance de nuestra función ha trascendido América.
A dejar el PANAMÁ EN CIFRAS a un lado, y poner las cifras de calidad humana que Panamá se merece, aprovechando el esfuerzo para incluir a todos de manera productivamente digna.
Decimos que DIOS ES PANAMEÑO.
Entonces, recordemos que Él dio su vida por sus amigos. Él, por ende, espera que hagamos lo propio por nuestros conciudadanos, próximos y de la economía global.
Las opiniones expresadas en esta sección son de exclusiva responsabilidad del autor. Y no representan la opinión de esta Universidad.
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