Existen ocasiones en la vida, en la que se te da la oportunidad de conocer personas especiales, que de tantas veces de verlo se te hace cotidiano y dejas de ver la magnitud de la persona que tienes en frente.
No es que deje de ser especial, sino que la cotidianidad las convierte en parte del diario vivir y cuando el destino decide que su tiempo ha terminado, es cuando volvemos la vista y vemos el trayecto del recorrido de esa persona por la vida y vemos la estela de excelencia que ha dejado.
Recientemente uno de estos seres especiales, privilegiados con una vida llena de situaciones particulares, partió de nuestro plano terrenal, un maestro de maestros, como lo describió el arquitecto Justo Pérez, ya que, a lo largo de una prolífera y plena vida, fue su profesor y a la vez, docente de otros profesionales de la arquitectura, que fueron profesores del arquitecto Pérez, hoy profesor de la USMA.
Tantas cosas se podrían decir de Luciano Angeloni, nacido en Italia, su cuna amada, pero que, por convicción y azares del destino, escogió a este pedacito de tierra, Panamá, para hacer vida y a la USMA como su orgulloso baluarte, donde mostró y compartió su sapiencia a las generaciones siguientes de arquitectos.
Era 1982, era yo un recién ingresado estudiante de comunicación social, cuando de lejos conocí a Luciano Angeloni. Para ese tiempo él rondaba los cuarenta años, un hombre lleno de vida que, con voz firme y autoritaria, con un marcado acento extranjero, que después identifiqué como italiano, se paseaba por los pasillos de la universidad.
En ese momento lo vi como uno de esos profesores importantes, más tarde lo identifiqué como uno de los precursores de lo que es la Universidad Católica Santa María La Antigua en la actualidad, su nombre junto al de otro grupo selecto de docentes fueron los que dieron forma a esta casa de estudios.
Forjador de la escuela de Arquitectura de la USMA, incubadora de hoy prominentes arquitectos, fue donde Luciano Angeloni trabajó tesoneramente, para verla crecer en importancia y reputación dentro del ámbito de la construcción nacional, aportando profesionales preparados para la labor de hacer crecer nuestro país.
Justo antes de la pandemia, entre enero y febrero de 2022, estando yo en la dirección del EAA (Estudio de Artes Audiovisuales), recuerdo estar una tarde en la oficina y alguien se asoma a la puerta y me dice: afuera está el profesor Angeloni. De inmediato me dirigí a fuera del edificio, donde él estaba parado, apoyado en una de las columnas de la marquesina, observando una reparación que se había hecho a la estructura.
Casi sin mirarme y sin darme oportunidad de decir nada, me preguntó, ¿y ya no se le mete el agua por la fisura? No, contesté, seguidamente me miró y entonces me saludó. Era claro que había ido a revisar justamente eso.
A continuación me comentó la historia del edificio, cómo surgió y sus objetivos, yo le seguí la conversación diciéndole que yo como estudiante fui formado en lo que en ese tiempo era el CEP USMA y la conversación se extendió por un largo rato hablando de Fray Manolo Blanquer (QEPD), de cómo, en ese tiempo, se trabajaba allí, haciendo producciones para la iglesia, siendo lo más importante la visita del Papa Juan Pablo II y hablamos de otros muchos temas de la USMA, de las que habló con devoción y profundo compromiso.
Después de mucho rato, cuando se despidió y subió suavemente las escaleras, observé a un hombre que amaba cada centímetro de esta universidad, un hombre que había obsequiado a esta institución su esfuerzo y conocimiento, un luchador, qué, a pesar de estar minado por los años y enfermedades, nunca dudó en dar un poco más por esta institución, que se mantuvo en ella el mayor tiempo que pudo, dando lo mejor de él en cada segundo.
Ya en sus últimos días en la USMA estuvo compartiendo con el equipo de SSU, pasando tiempo allí tratando, como siempre, de hacer algo por esta institución a la que amó y le dió la vida.
Ahora, al no estar ya entre nosotros, lo único que se me viene a la mente para describirlo es, Luciano Angeloni, siempre fuiste, eres y serás USMA.
Escrito por: Profesor Antonio Arango | Presidente de APROUSMA