La ONG donde yo realicé mi SSU es un hogar creado por la Cruz Roja para alojar a niños con padres que no tienen las condiciones adecuadas para cuidarlos o sin algún familiar que pueda encargarse de ellos. Es un espacio que cuida a los niños hasta que sus padres puedan recibirlos de vuelta, y en otros casos, funciona como un centro de adopción, ya que también hay niños bajo esa condición.
Las cualidades de este lugar generaron en mí muchas emociones, ya que son niños que están creciendo en condiciones completamente distintas a las que yo experimenté. Ver esto me hizo ser más agradecida por el cuidado que mis padres me dieron y por el esfuerzo que hicieron para que yo tuviera una infancia saludable. Reflexioné mucho sobre el estilo de vida de los pequeños que viven en el hogar y la forma en la que los crían allí.
Es interesante ver todas las adecuaciones que hacen las cuidadoras para que ellos sean lo más independiente posible, porque saben que la realidad de sus vidas es que son niños que están solos y que, a medida que crezcan, necesitarán tener la capacidad de avanzar sin depender de un padre o una madre como lo haría un niño en una familia tradicional. Considero que hacen un gran trabajo en balancear el darles afecto y el prepararlos para una vida independiente. Estas mujeres hacen su trabajo con mucho cariño y se esfuerzan en brindar a los niños herramientas útiles para enfrentar la vida, sin importar la condición en la que se encuentren.
Por último, me gustaría reflexionar sobre el valor de la adopción. Después de mi SSU, ha quedado en mí una gran apreciación por las personas que prefieren adoptar y por el propio acto de la adopción. Es algo verdaderamente hermoso y especial que permite cumplir un sueño a los padres y, al mismo tiempo, le da a un niño todo lo que necesita.
El Hogar para la Niñez es sumamente responsable en su proceso de adopción, por lo que me daba mucha paz saber que los niños que no regresarían con sus padres serían adoptados por familias amorosas que darían todo por tenerlos en sus vidas. Ahora veo la adopción como una oportunidad de dar vida a una vida y de amar más allá de los vínculos de sangre.
Mi momento favorito en el SSU fue una experiencia que tuve de camino al hogar. Había pedido un Uber para llegar y, al subir al auto, el conductor me preguntó si iba al hogar de la niñez ubicado en San Miguelito. Al responderle que sí, el hombre se alegró y, un poco emocionado, me dijo que hace más de 20 años había adoptado a su hijo ahí. Solo pude pensar en lo hermosas que son las coincidencias que Dios pone en nuestra vida.
El hombre me contó la historia de la adopción de su hijo con tanto amor y aprecio hacia el hogar y su hijo, que me conmoví muchísimo.
Me dijo que su hijo y él son muy cercanos, que fue un excelente estudiante en la escuela, luego se graduó como ingeniero de la USMA y que actualmente es un hombre ejemplar.
Después de escuchar su historia, me bajé del auto para realizar mis horas del día y solo pude agradecer que existan lugares como el Hogar de la Niñez para asegurar que niños como el hijo de ese conductor puedan tener una segunda oportunidad en la vida.
Escrito por: Grace Forero | Estudiante de Derecho y Ciencias Políticas