perspectivas
Miguel Ángel Barrera Rodríguez
Arquitecto Estructural
Director de Publicaciones SPIA
Docente en USMA

Este es el título de una serie de webinars que recientemente ha iniciado el Colegio de Arquitectos (CoArq) de la Sociedad Panameña de Ingenieros y Arquitectos (SPIA). Y la pregunta cae como anillo al dedo ante la situación que atravesamos mundialmente y la oportunidad para reflexionar sobre nuestro quehacer.

Que hacia dónde vamos? ¡Nadie lo sabe! Lo cierto es que pareciera que el auge feroz e irracional de no buscar el bien común se apoderó de la diana a la que apuntan nuestros acciones. Como comunidad hemos sacado mala nota en tratar de entender y atender a los demás, de encontrarle un sentido humano al desarrollo de nuestro ejercicio profesional. La crisis a dejado en evidencia mucho; nuestros valores fundamentales son el poder, la riqueza, el éxito, la mentira, la superficialidad, buscando siempre sobresalir y triunfar, aumentando y evidenciando aún más las brechas sociales existentes. En lo arquitectónico esto se traduce en un ejemplo: los espacios diseñados de apartamentos,  espacios para no estar mucho tiempo, apretados y en algunos casos con soluciones deficientes, dejan ver cuánto hace falta ese estudio, ese balcón que hoy hacen casi insoportable para muchos llevar la cuarentena.

El mundo que se nos viene va a ser muy distinto al que conocemos en función de lo que decidamos hacer hoy. Estamos en un punto de inflexión que nos llama a todos a reflexionar sobre nuestra existencia, cómo la estamos desarrollando y ejecutar acciones para provocar un cambio; nos llama a repensar la complejidad de nuestras agendas particulares para conducirlas a un desarrollo común más amplio y necesario.

A donde vamos se necesitará de líderes que construyan nuevas soluciones que impacten con sus acciones un desarrollo sostenible, logrando mejorar la calidad de vida y dar la importancia merecida al ser humano; a todos, no solo a unos cuantos. Pensemos cuál es esa calidad de vida. Es fácil criticar y culpar al gobierno de turno o/y pasados, a los políticos (los malos políticos), la depravación generalizada, el no me importa, la falta de valores, de humanidad!… pero hacemos algo realmente por cambiar esa realidad? O estamos cómodamente instalados en ella? Para cambiar el mundo hay que empezar por uno mismo. Nos toca ser sinceros en reconocer la realidad que venimos enfrentando, en reconocer nuestra respuesta a esa realidad y lo más importante: cambiar!

Con el tema de la educación ha quedado demostrado que la disponibilidad de tecnologías no ha llegado a todos; sin embargo, la mayoría vivimos embebidos en algoritmos, a los que llamamos redes sociales, que nos desenfocan los valores, que provocan que poco a poco cedamos nuestra capacidad de decisión, incluso voluntariamente, y nos introducen nuevas concepciones ideológicas y éticas que nos permiten auto justificarnos, a la vez que ayudan al entorpecimiento de la ejecución de nuestras labores.

Para cambiar hemos de ocuparnos de una manera real de la educación de nuestros hijos, de saber qué piensan, qué les preocupa. De nuestro trabajo y estudio procurar rendir al máximo; cumplir pronta y alegremente nuestras obligaciones para con la familia y la sociedad, evitando quejas infructuosas y aumentando la acción. Primero cambiar uno mismo a la vez que hacemos que cambie lo que tenemos alrededor -nuestros hijos, nuestro trabajo, nuestro entorno- y así contribuiremos a que esta sociedad se renueve.

Hemos de empezar por casa! La oportunidad es única. Hacia dónde vamos? La respuesta no es donde, sino cuando! De nosotros depende.

Las opiniones expresadas en esta sección son de exclusiva responsabilidad del autor y no representan la opinión de esta Universidad.

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