No hay duda de que tanto el paso del hombre sobre este planeta, así como su influencia sobre esta maltrecha humanidad, han estado marcados por algunos oradores que con sus discursos han hecho historia. Ya sean discursos políticos, motivacionales, inspiracionales, ideológicos, todos con mayor o menor ímpetu, buscan impactar, cambiar ideas, formas de pensar y actuar.
Independientemente del momento, circunstancia o propósito con el que fueron pronunciados y sin un orden de importancia específico, les recuerdo algunos de estos oradores: Winston Churchill, John F. Kennedy, Franklin D. Roosevelt, Eva Perón, Sócrates, Abraham Lincoln, Fidel Castro, Mahatma Gandi, José Martí, Martin Luther King, Emilio Castelar, Descartes.
Sin embargo, me voy a permitir rescatar un discurso que si bien olvidado, el momento crucial en el que se pronunció, cumplió el propósito tanto en su contenido como en su mensaje.
El 5 de junio de 1944, desde un punto en Inglaterra, George S. Patton, en aquel entonces General del Tercer Ejército de Estados Unidos, pronunció un discurso que tenía como propósito motivar a los soldados que al día siguiente desembarcarían en las playas de Normandía, a cumplir la misión asignada. Los exhortó a que independientemente de los temores personales, de forma agresiva y en constante ofensiva, cumplieran con los objetivos que el mundo les había confiado para lograr la liberación de Europa de los horrores del nazismo.
Si bien no pretendo reproducirlo, a pesar de su lenguaje profano y subido de tono, es para algunos historiadores uno de los discursos motivacionales más grandes de la historia. Escuchar el discurso en su versión original, en cuanto a lenguaje, contenido y emotividad, constituye una pieza de oratoria única y difícil de igualar. Entre algunos aspectos, dice lo siguiente:
«Todo hombre siente miedo cuando entra por primera vez en acción. Si dice que no, es un mentiroso. Pero el verdadero hombre es aquel que no deja que el miedo a la muerte se sobreponga al honor, a su sentido del deber cumplido y su hombría”.
“El ejército es un trabajo en equipo, no hay victorias personales. Cada hombre juega un papel vital. Ningún trabajo es menos que otro”.
“Mis hombres no cavan trincheras. Las trincheras reducen toda ofensiva. Estén siempre en movimiento. Ganaremos la guerra y les demostraremos a los alemanes que tenemos más agallas que ellos”.
“En mi ejército mis soldados no mantienen posiciones una vez que las conquistamos; avanzamos constantemente, ese es mi plan, avanzar
siempre”.
El mensaje de Patton a sus hombres fue claro, ganaremos la guerra porque somos los mejores. Si no lo hacemos, otro se llevará la victoria.
Les recordó lo importante de seguir las órdenes, a poner en práctica lo aprendido durante el entrenamiento y a estar en alerta constante.
Para nuestros estudiantes y tomando en cuenta el mundo competitivo en el que vivimos, toma relevancia el mensaje de Patton en cuanto a que no podemos ser espectadores pasivos a la espera de que algo ocurra o al actuar de otros. Por el contrario, nos obliga a ser nosotros los actores, a ser líderes siempre en movimiento en busca de oportunidades, y así una vez alcanzados los objetivos propuestos y esperados, como en su momento lo hicieron los hombres de Patton, poder decir con orgullo y satisfacción personal: Misión cumplida.
“Las guerras pueden ser peleadas con las armas, pero son ganadas por los hombres. Es el espíritu del hombre liderado y del líder lo que lleva a la victoria”. George S. Patton.
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