En marzo de 1983, era estudiante de la USMA y era parte del equipo que producíamos el programa de televisión Los del Camino que se realizaba en el Centro Audiovisual y se transmitía en cadena nacional después de la Santa Misa todos los domingos, en ese tiempo llamado CEP USMA. El cual era dirigido por Fray Manolo Blanquert (qepd), el cual había organizado a su joven equipo, conformado por estudiantes de la escuela de Comunicación Social, para cubrir la totalidad de los eventos que sería la visita del Papa Juan Pablo II a nuestro país.

Jóvenes entre 20 y 23 años, aún aspirantes a ser comunicadores sociales, Oscar López, Rodolfo Mora, Franco Holmes, Lissette Condasines, Toñita Hernández, Rogelio Carles, Javier Navarro y mi persona, éramos el grupo principal que realizaría la misión más importante que se nos hubiese asignada hasta ese momento.

Paso de todo ese día, la excitación era general en toda la ciudad, todo el mundo quería ver al Papa, aunque fuera por una fracción de segundo, pero queríamos verlo, pues pensábamos que nunca más tendríamos una visita papal a nuestro pequeño país. Nos equivocamos. En 2019, recibimos a Francisco I, quien nos visitó durante la JMJ.

En medio de todo lo complicado que fue moverse por la ciudad, paso de todo: me chocaron, se agotaron las baterías, nos quedamos trancados y el equipo que conformábamos Oscar López no pudimos llegar al encuentro campesino. Esa era nuestra oportunidad de ver de cerca al Papa y por el choque nos atrasamos y no habría sido posible llegar al estadio Revolución, hoy Rommel Fernández, a cubrir el acto.

Muy frustrados y desencantados, esa era nuestra oportunidad de ver de cerca al Papa, tal vez a unos veinte metros, habría sido fantástico, nos fuimos a grabar las personas en las calles. Sin muchas esperanzas de lograr ninguna toma espectacular, pero la oportunidad se dio de la manera menos esperada.

Por casualidad y situaciones que se presentaron fuimos guiados para llegar a un sitio donde grabas y la gran sorpresa, que no habíamos acabado de bajarnos del carro, cuando a lo lejos vimos venir al papamóvil. Inexplicablemente, nos habíamos adelantado al Papa y lo teníamos en el camino, apresuradamente preparamos las cámaras entre empujones Oscar y yo pasamos entre la multitud y un policía nos dio paso y quedamos en medio de la calle con la cámara de video lista justo en la trayectoria del vehículo.

Tomé la cámara, hice la mejor toma que pude de Juan Pablo II y grabamos… Todo en fracción de segundos, todo se detuvo a nuestro alrededor, todo paso en cámara lenta, hasta el momento que la seguridad papal nos aparto, pues no nos habíamos dado cuenta, por estar viendo el monitor y el visor de la cámara que teníamos al Papa Móvil casi encima.

En ese momento, Oscar y yo levantamos la vista y nos percatamos, que tan cerca habíamos hecho la toma, vimos a unos cuatro metros de nosotros el rostro de Juan Pablo II sonriéndonos, mirándonos a la cara y dándonos su bendición, fue y sigue siendo uno de los momentos emocionantes y espectaculares, si no el que más, vividos por mi dentro de mi profesión.


Por: Prof. Antonio Arango
El autor es egresado y docente de la USMA

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