Por: Marany Muñoz Ramos
Profesora de Arquitectura | USMA Santiago
En la actualidad nos encontramos frente a una realidad que nos mantiene en constante movimiento y evolución.
Las universidades no escapan a esta situación y tanto docentes como estudiantes recibimos un bombardeo continuo
de conocimientos, métodos, materiales y nuevos procesos en cada uno de los campos en los que nos desempeñamos.
En la recién pasada pandemia, los estudiantes reconocieron en su momento cuán grande es la cantidad de información que inunda las redes sociales y el internet, el gran volumen de conocimiento que se genera y que no todo el tiempo logramos discernir de manera objetiva.
Discernir, entre lo real e irreal y entre lo que es beneficioso y no lo es para el ser humano.
Mientras esto sucedía, la universidad, nuestras aulas de clases y sus pasillos cobraron un espacio extra en nuestro pensamiento y nuestras vidas, sintiendo tristeza por lo que habíamos perdido.
Nuestros estudiantes pasaron a ser parte de la dinámica de nuestros hogares y nosotros, los docentes, pasamos
también a ser parte de sus hogares.
Conocimos de ellos detalles y situaciones que estando en la modalidad presencial no habíamos notado o no podíamos evaluar y que se evidenciaban en el trascurrir de la virtualidad.
Como docentes tuvimos que adaptarnos a esa metodología, ser creativos y utilizar nuevas formas de enseñanza.
Aprovechar el tiempo en casa, para dominar las artes de la enseñanza y así reaprendimos a aprender, a enseñar, a
evaluar, a considerar todas las barreras que se nos presentaron en ese momento, y cómo las derrotas podíamos convertirlas en armas, para alcanzar junto a nuestros estudiantes la meta de la educación superior y lograr la enseñanza requerida por nuestros futuros colegas.
El estudiante por su parte nos demostró su adaptabilidad a esta modalidad, su perseverancia, originalidad y creatividad en sus trabajos y presentaciones.
Ahora que hemos retornado a nuestros salones de clases volvemos a conocerlos, volvemos a reencontrarnos y con ello, se enmarca y cierra un círculo de pensamientos y reflexiones, que nos llevan a enaltecer la capacidad que posee el ser humano de adaptarse ante cualquier situación o escenario que se le presente en la vida.
El estudiante universitario en sus ansias de saber, nos ha enseñado que debemos prepararnos y actualizarnos constantemente, reconocer en ellos las diferentes maneras a través de las que llegan a adquirir el conocimiento.
Los salones de clases y la presencialidad han rebasado sus dimensiones gracias a la pandemia, adquiriendo un nuevo valor, ahora buscamos ser profesores más empáticos e incondicionales en nuestra labor y lograr que los estudiantes
sean más proactivos y dinámicos, que reconozcan, que son el centro de la dinámica del aprendizaje.
Lograr el éxito y llegar a una meta es el sueño de cada uno de nuestros estudiantes, por ello debemos ser conscientes y prepararlos para el futuro, que sean profesionales con los valores y competencias que la universidad promueve.
Ellos deben ser buenos en su campo, dueños de su futuro y nosotros con nuestra enseñanza seremos parte de su recorrido, dejando una huella que perdurará por siempre.
Las opiniones expresadas en esta sección son de exclusiva responsabilidad del autor y no representan la opinión de esta Universidad.