Miguel A. Keller OSA
Decano de Humanidades y Teología
Universidad católica Santa María La Antigua
Tanto en el Diario “La Prensa” como en otros medios de comunicación proliferan en estos días artículos y opiniones sobre el llamado “matrimonio igualitario”. Lógicamente, unos a favor y otros en contra, unos desde el punto de vista jurídico y otros con argumentos antropológicos, religiosos o científicos.
Argumentos que, desgraciadamente, no siempre son objetivos ni fundamentados. ¿En qué datos (realmente científicos y comprobables), por ejemplo, se fundamenta la opinión de que psicológicamente no hay ninguna consecuencia en los niños adoptados por parejas homosexuales? ¿Cómo puede decirse tranquilamente que en siglo XVII era la Iglesia la que dictaba las leyes? (como si fuera la época medieval…).
Y sobre todo, ¿no es posible distinguir objetivamente entre el hecho de que las denominaciones religiosas puedan, en legítimo uso de los derechos democráticos, defender públicamente su opinión y argumentos sobre el tema y la falsa acusación de que intentan obligar a todos los ciudadanos a pensar igual?
Sin entrar en disquisiciones jurídicas ni teológicas, quiero ofrecer dos datos objetivos (fácilmente comprobables buscando información en Google o cualquier otro buscador, y también mediante investigaciones más personales) que nos ayuden a reflexionar desde perspectivas menos tendenciosas.
1.El llamado “matrimonio igualitario” en Italia.
Tras varios intentos anteriores fallidos, “la Corte de Casación italiana declaró el 15 de marzo de 2012, que las parejas del mismo sexo tienen el mismo derecho a una vida familiar como las parejas heterosexuales casadas. Y agregó que el Poder Judicial les concederá los mismos derechos que gozan en virtud del matrimonio, en una ley, caso por caso.
A pesar de que las sentencias del Tribunal no son vinculantes y solo afectan al caso resuelto, los tribunales inferiores pueden encontrar estos juicios persuasivos. Considerando que el Parlamento es libre de establecer uniones entre parejas del mismo sexo o no, la sentencia allana el camino para este tipo de uniones como equivalentes al matrimonio en todo menos el nombre, y para los jueces a reconocer los derechos individuales a las parejas que viven juntas”. Así sintetiza Wikipendia el primer paso dado en este tema en Italia, donde ya desde el año 2007 existe la “ley de uniones civiles de parejas de hecho” (también homosexuales), que evita la discriminación legal de dichas parejas pero sin denominarlas “matrimonio”.
El 12 de mayo del 2016, la Cámara de diputados aprobó finalmente la Ley que reconoce las uniones civiles de parejas homosexuales, que les concede los derechos civiles equiparables al matrimonio tradicional, pero que no incluye el derecho a la adopción ni la obligación de fidelidad.
2. El llamado “matrimonio igualitario” en Francia.
Tras un intenso debate social (con manifestaciones públicas y marchas cercanas al millón de personas) fue aprobado en la República francesa por el presidente Hollande el 23 de abril del 2013, incluyendo la polémica posibilidad de la adopción. Una decisión que fue interpretada por muchos como un intento de desviar la atención social de los serios problemas económicos a los que entonces se enfrentaba el Gobierno (con una enorme e impopular subida de impuestos). Y que contó por supuesto con la protesta y abierta oposición de la Iglesia católica y otras denominaciones religiosas. Pero que también fue rechazada por no creyentes y por líderes del mismo movimiento “Gay”.
Así lo manifestaron incluso varios alcaldes, especialistas en derechos humanos, y destacados líderes de movimientos homosexuales. Especialmente Xabier Bongibault, ateo y líder del movimiento “Plus gays sans marriage” (Más gays sin matrimonio) quien declaró no estar de acuerdo con el lobby LGTB, lo mismo que otros muchos ciudadanos homosexuales, y no creer necesaria la ley puesto que actualmente no se siente discriminado por su orientación sexual. Reconoció que «Lo ideal para el niño es crecer en una familia compuesta por un padre y una madre. […] La ley debe reconocer lo que es bueno y aconsejable y no animar a prácticas minoritarias”. Y afirmó que “el matrimonio no está diseñado para proteger el amor entre dos personas. El matrimonio francés está específicamente diseñado para proporcionar familias a los niños». Añadiendo que «El estudio más serio realizado hasta ahora… demuestra de forma muy clara que un niño tiene problemas cuando es criado por padres homosexuales». Y denunciando que «estamos secuestrados por una minoría de activistas sectarios que obligan a callar a la gran mayoría de homosexuales…; eso hace imposible pronunciarse contra el matrimonio y la adopción sin temor a ser tratado de reaccionario o de homófobo por los militantes LGTB (lesbianas, gays, transexuales y bisexuales). ¡Lo cual, en mi caso, es paradójico!”. (Click aquí para la entrevista en el original francés)
Conclusión:
Hay que pensar y leer antes de hablar y escribir…El tema del “matrimonio igualitario” es serio, complejo e importante. Quienes no estamos de acuerdo con su aprobación en Panamá no lo hacemos por fanatismo religioso, ni pretendemos imponer a nadie ninguna creencia, ni estamos en contra de la dignidad de la persona, ni menos aún despreciamos a nadie por su orientación sexual o propiciamos ninguna discriminación legal por este motivo. Pero para respetar y no discriminar, no es preciso ni cambiar el concepto de matrimonio ni la Constitución.
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