En Panamá llevamos casi tres meses de vivir bajo el concepto “quédate en casa”, muchos hemos sentido la tensión de estar en un estado constante de ansiedad, incertidumbre y miedo que ha dejado el Covid.
La realidad actual es que miles de trabajadores tienen sus contratos suspendidos, otros viven con el fantasma del despido rondando a su alrededor y hay quienes están luchando para llegar a fin de mes por el Covid. También están los trabajadores esenciales que continúan poniéndose en riesgo para que el resto de nosotros tengamos acceso a alimentos, atención médica y seguridad.
Muchos lamentan la pérdida de seres queridos desde lejos y, aquellos que tienen la suerte de permanecer empleados y trabajar desde casa, enfrentan sus propios desafíos: algunos están en cuarentena solos y aislados de amigos o familiares, mientras que otras cabezas de familia hacen malabares con el cuidado de niños a tiempo completo con un trabajo que, lejos de transformarse en una experiencia novedosa y hasta tranquila, es motivo de estrés y genera malestares por no saber ponernos límites. También existe un grupo muy vulnerable y especial que literalmente ha sobrevivido al coronavirus, estuvo en la UCI, atravesó por un estado sumamente delicado, incluyendo un coma inducido y que ahora en casa, poco a poco, su cuerpo está volviendo a la normalidad, pero su mente es un mar de emociones. Sean cuales sean las circunstancias, sin duda este es uno de los momentos más difíciles por los cuales atraviesa el país y sus habitantes. El COVID 19, está dejando una estela de personas vulnerables que están viviendo y manifestando situaciones emocionales fuertes. Ya hemos visto un aumento en los síntomas de depresión y ansiedad. Las estadísticas de suicidios han pasado de ser 1 cada tres días, a 1 cada dos días.
Ahora, ¿Están los gerentes y dueños de empresas listos para lidiar con el carrusel emocional de sus colaboradores?, ¿Está consciente Recursos Humanos que, si una persona se encuentra en una tormenta emocional, necesitará asistencia y hasta un alto para que se re-encuentre su estabilidad y sea igual de productivo(a) como lo era antes del coronavirus? Ahora, las empresas no sólo van a cambiar físicamente sino psicológicamente.
Es por ello que, además de los retos económicos que tenemos por delante, no podemos hacernos de la vista gorda y no hablar de la salud mental en el trabajo, porque si ya era difícil incluso en “tiempos normales”, será muchísimo más en nuestra nueva realidad.
Aunque parezca mentira, todos debemos pasar por un taller intensivo de “terapia emocional” y plantearnos mejores programas para el desarrollo humano y su salud mental, en especial los gerentes y dueños de empresa, para saber cómo abordar este tema con nuestros colaboradores.
Mientras tanto, comparto algunos conceptos sencillos para que usted y su departamento de Recursos Humanos considere antes de reabrir sus puertas.
Identifica los detonantes
Identificar la raíz de los problemas es la clave. Un estresor externo como una pandemia global, por ejemplo, causa radicales interrupciones en nuestra rutina y regresar a ella puede ayudar. Algunos podrán sentir que su vida y estabilidad está fuera de control y deberán tener tareas que los haga sentir al mando. Otras veces, habrá que cavar un poco más profundo. Tal vez hay aspectos específicos de su trabajo que temen, por ejemplo, reconsiderar la cantidad de reuniones que se necesitan en un día, pues habrá algunas que pueden esperar o que simplemente no son necesarias… priorizar será determinante. Cuando se conoce la causa de su estrés, se vuelve mucho más fácil manejarlo. Recuerde, el temor agudiza los sentidos. La ansiedad los paraliza.
Averigüe qué puede cambiar o qué puede pedirle a la compañía que cambie
Un pequeño cambio puede recorrer un largo camino. Cuando sepa cuáles son los detonantes externos que activan su estrés, puede descubrir qué cambios internos se pueden aplicar para controlarlo.
Si tener demasiadas reuniones en Zoom está agotando su energía porque luego debe ponerse al día con sus responsabilidades, plantéese junto a su equipo un cronograma, cúmplalo, no improvise. Agendar su día, puede liberar mucha presión sobre la marcha. Si puede delegar funciones, hágalo, pero tampoco sobrecargue a otros innecesariamente. Recuerde, cuando se le asigna una labor a la persona equivocada, se puede producir caos, y tras él, problemas de motivación. Saber delegar significa comprender las tareas, y también las capacidades de los miembros de su equipo, con el fin de poner las responsabilidades correctas en manos de los que mejor las puedan desempeñar.
No rehúya a la ayuda profesional
No cualquiera puede ser terapeuta, no se meta a temas que desconoce, porque puede abrir una caja de pandora y por el amor de Dios, use el tacto y sentido de humanidad.
No todos pueden lidiar con la fuerza de las emociones solos. Cuando encontremos a un colaborador o un equipo en un estado prolongado de estrés, es hora de buscarles ayuda; algunos CEO, dueños de empresas o gerentes de área dirán que “estoy muy ocupado buscando una forma de sacar económicamente una empresa y no tengo tiempo para lidiar con emociones ajenas, allá ellos, Not my business” … Bueno, no serán los únicos y sería un gravísimo error si piensa de esa forma, porque justamente es ese equipo que necesita ser escuchado, el que va a sacar a flote su empresa porque es mentira que lo va a hacer solo.
Cierro con este pensamiento, si sus acciones inspiran a otros a soñar más, aprender más, hacer más y convertirse en algo más pese a las circunstancias, entonces, no sólo es un líder sino también un repartidor de esperanzas.
Prof. Nelson Hernández, Docente de la Escuela de Diseño Gráfico
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