En la reciente Conferencia Suicidio: del trauma a la libertad, organizada por la Escuela de Psicología y el Instituto Iceberg, quedó claro que todos podemos actuar en el primer nivel de una crisis que atraviese una persona. En esta etapa, estar cerca de ella y no dejarla sola, es muy valioso para evitar la pérdida de vidas.
Así lo expuso la Dra. Lizzie Cavazos, quien tuvo a su cargo la conferencia virtual internacional abierta a estudiantes, docentes, personal de salud y público en general, que se ofreció en conmemoración del Día Mundial de la Prevención del Suicidio.
Según la Organización Mundial de la Salud, el suicidio es la segunda causa de muerte en el mundo entre personas de 15 a 29 años. Una persona muere por suicidio cada 40 segundos y cada acto consumado afecta un entorno mínimo de 6 personas.
La Dra. Cavazos se refirió a la relación entre trauma psicológico y suicidio, profundizando en los mitos que estigmatizan el suicidio. Citó a Pierre Janet, quien expresa que trauma es la exposición a un acontecimiento estresante inevitable que sobrepasa los mecanismos de afrontamiento de la persona, no puede ser digerido y aquellas personas que lo experimentan se sienten indefensas y temerosas.
La intensidad de los síntomas varía por factores como si fuiste afectado directamente, si la persona afectada es muy cercana a ti, el tiempo e intensidad del evento traumático, la cercanía que tuviste al evento traumático y la posibilidad de haber estado en control del evento.
En el paso del trauma a la libertad, dijo la Dra. Cavazos, el vínculo es imprescindible para el proceso dinámico de maduración, hacia adentro y hacia fuera de la persona.
Los que intentan suicidarse no son cobardes ni valientes, son personas que sufren, que están desbordadas por el sufrimiento y no tienen la más mínima esperanza en el futuro. La vulnerabilidad, soledad, desesperación y desesperanza anteceden a la conducta suicida.
Ante una conducta suicida, la experta aconseja no intentar solucionar la situación a solas, pedir ayuda al entorno más cercano y es necesaria la orientación profesional de un experto. Conviene acompañar a la persona el máximo tiempo que sea posible, evitando que se quede sola. En cuando a los niveles de intervención, mencionó que el primero es la ayuda de emergencia para contener y proporcionar apoyo, reducir la mortalidad y vincular a la persona en crisis con los posibles recursos de ayuda. Cualquier persona lo puede hacer.
El segundo nivel es realizado por especialista para integrar la vivencia conflictiva a la personalidad de la persona y favorecer al máximo el análisis y clarificación de los hechos para que el “yo” salga robustecido de la crisis.
El tercer nivel es el proceso de terapia de trauma, para reforzar los logros e impedir posibles recaídas o que se relacionen con memorias traumáticas anteriores.
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