Por: Profesor Osvaldo Aparicio
Oficina de Pastoral Universitaria

El Adviento es un tiempo fuerte para prepararnos y revisar nuestra vida.

Tiempo para la esperanza y de alegría, es el tiempo perfecto para llenarnos de energía y entusiasmo, por saber que Cristo vino y llego para estar con nosotros, siempre, en todo momento y situaciones. Manifestación de Dios entre nosotros, el mismo Dios, se entrega de una manera gratuita para el bienestar de la humanidad.

Dios reafirma su alianza con el hombre, Dios nos demuestra su gran amor incondicional y nos presenta a Jesús firme y fiel, por y para la eternidad… ese es el adviento, nos lleva de la mano y nos introduce en el nacimiento del hijo de Dios, hermano nuestro. Cristo hoy, ayer y por la eternidad.

Este tiempo nos invita a reflexionar sobre mi vida frente a Cristo y a mis hermanos.

¿Cómo la vivo?

¿Cómo la quiero vivir?

¿Cuál es mi compromiso?

¿Cuál es mi aporte al desarrollo de mi comunidad y a la realización del Reino de Dios?

Esta época nos invita a la profundidad .No nos quedemos en lo superficial, de las fiestas, luces, comidas, música y regalos. Permitamos que esta preparación toque nuestra intimidad y profundidad, generando cambios en nuestros valores y conductas.

El mes de Enero no puede iniciar, siendo nosotros los mismos, sin que esta época de Adviento Y Navidad produzca un nuevo sentir y hacer en nuestros corazones que se refleje en nuestro actuar, especialmente en nuestras relaciones con otros.

Podemos desarrollar nuestra vida en la seguridad de un Dios bueno y misericordioso. Este Dios se ofrece a todos, sin ningún límite. Quiere lo mejor para nosotros.

Esa seguridad nos la reafirma el Ángel cuando da el mensaje a los pastores que cuidaban las ovejas la noche del nacimiento de Cristo: “No teman. Miren, les doy una Buena Noticia, Una gran alegría para todo el pueblo: hoy les ha nacido en la ciudad de David el salvador el Mesías y Señor. “ Lc 2, 8-10.

La llegada de cristo es un acontecimiento tan poderoso que nos tiene que mantener en alerta. Cuidemos nuestra oración personal, aprovechemos el sacramento de la reconciliación, desarrollemos conductas en favor de los demás, mejoremos nuestro ambiente personal–interior y nuestro medio, desarrollemos nuestras cualidades y así poder gritar al mundo “Cristo nació”, es el mejor regalo que la humanidad puede recibir.

Recibamos este regalo del mismo Dios y permitamos que impacte toda nuestra vida, salgamos a recibir a nuestro rey no solo en diciembre sino todos los días de nuestra vida.

Dios sella definitivamente el pacto original reafirmando su presencia entre los hombres para siempre, presentándonos su propio hijo para nuestra salvación y felicidad eterna.

Feliz Adviento y desde el Adviento bien vivido… feliz nacimiento de Jesús.

Las opiniones expresadas en esta sección son de exclusiva responsabilidad del autor y no representan la opinión de esta Universidad.

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