La USMA presentó las XX Jornadas Teológicas, este año en el marco del Bicentenario de la Independencia de Panamá de España.
Correspondió al profesor Miguel Ángel Keller, decano de la Facultad de Humanidades y Teología, hacer la introducción de estas jornadas y presentar al rector magnífico, profesor Francisco Blanco, quien estuvo a cargo de la primera sesión, en la que expuso sobre los “Aportes de la Iglesia al mundo y a América a través de los siglos”.
El rector Blanco explicó que, de la mano del padre Pablo Varela, rector de la USMA y hoy monseñor y obispo emérito, la USMA comenzó un camino dentro de sus contribuciones a la sociedad y la Iglesia, con estas jornadas. El propósito es profundizar cada año en algún aspecto teológico y pastoral para, desde esa reflexión relevante y de actualidad, ayudar a renovar el conocimiento y vivencia de ser Iglesia.
La exposición del rector se centró en aspectos históricos de cómo, desde sus comienzos, la Iglesia ha innovado y transformado el pensamiento de personas y las sociedades. Se refirió a los perseguidos y a los mártires, quienes incluso iban convirtiendo a sus propios verdugos porque les daban respuestas a grandes preguntas existenciales sobre la vida.
Este recorrido histórico incluyó la caída del imperio romano, pues posteriormente los monjes y monasterios inician una incipiente agricultura y ganadería, agrupan a los habitantes hasta entonces dispersos, crean nuevas ciudades y propician una nueva forma de pensar y una nueva realidad que con el tiempo llegó a ser Europa. Por lo tanto, la Iglesia está en el nacimiento de Europa.
El profesor Blanco hizo la corrección histórica de que no es exacto hablar de que el Renacimiento del siglo XV es una nueva corriente del pensamiento que vuelve su mirada al pensamiento clásico, pues Agustín de Hipona, más conocido como san Agustín, con un claro neoplatonismo y Tomás de Aquino, con su filosofía neoaristotélica, se pueden considerar impulsores de una corriente renacentista.
En su disertación el rector se refirió a la llega de los españoles a América y la confrontación entre misioneros con los colonizadores, por el atropello que cometían contra los aborígenes. Igualmente puso en relieve el establecimiento de Santa María La Antigua, la primera diócesis en tierra firme.
Otras de las contribuciones, es que las universidades nacen en el seno de la iglesia. La Escuela de Salamanca fue pionera en los ámbitos jurídicos y de investigación. Fue, además, la impulsora de la acción de la Iglesia en América a través de los dominicos, a los que posteriormente se les unieron los frailes franciscanos, agustinos, jesuitas, mercedarios y de otras órdenes que fueron obispos, desempeñaron otras funciones en la naciente América, fundaron sus conventos, impartieron enseñanza elemental a los nativos y tuvieron una importante repercusión en el pensamiento de siglos siguientes.
La orden hospitalaria de San Juan de Dios, en 1620, se encarga del Hospital de Panamá. Los mercedarios contribuyeron al desarrollo de las actividades ganaderas y reedifican el edifico del hoy Hospital Santo Tomás. En cuanto a la presencia femenina, las monjas de La Concepción convirtieron su convento en un centro de apoyo a las clases pobres.
Los jesuitas llegaron en 1575 y fundan el primer colegio del Istmo. Su obra evangelizadora y educativa se expandió por Veraguas y Darién, donde fundaron sus misiones. En 1673 fundan el colegio San Francisco de Borja, que pasó a ser más tarde la Real y Pontifica Universidad de San Javier. Los hermanos de La Salle se encargaron de las escuelas públicas del país en un primer momento.
El espíritu de servicio de la Iglesia continúa con acciones de asistencia social a los ancianos, la niñez y adolescencia, a los privados de libertad, enfermos, personas con adicciones, los que necesitan guía espiritual y en el campo educativo, afirmó el profesor Blanco.
En el segundo día de las sesiones el tema compartido fue “Perspectiva Teológica y Pastoral de la acción de la Iglesia en América Latina y Panamá en estos 200 años de independencia”, a cargo del padre Miguel Ángel Keller, decano de la Facultad de Humanidades y Teología, quien afirmó que el mundo ayuda a la Iglesia, pues recibe todos los beneficios de la ciencia y la cultura, pero la Iglesia aporta su enseñanza y compromiso a favor de la dignidad de la persona, de la paz, libertad, verdad, justicia, diálogo y la humanización de la sociedad por estar al servicio, en especial, de los más necesitados.
La actitud de la Iglesia es de acompañamiento y servicio a través de la historia, camina con el pueblo; a esto se le llama piedad o religiosidad popular. La Iglesia se esmera en adaptarse, realiza el esfuerzo de transformar mensajes litúrgicos al lenguaje antropológico y a los símbolos de la cultura en la que se inserta, indica el padre Keller.
La fe no se tiene, se vive; el testimonio es la principal forma de evangelizar porque las palabras enseñan, pero los ejemplos arrastran. Expuso que los primeros santos latinoamericanos fueron los mártires que reconocemos y veneramos; hay miles de cientos de latinoamericanos que han vivido ejemplarmente la fe en su sencillez.
El profesor Keller sostuvo que, durante los tiempos más duros de la invasión en Panamá, monseñor Marcos McGrath enviaba un mensaje semanal al pueblo panameño; tampoco podemos olvidar el testimonio de Héctor Gallego, que tenía un compromiso por la doctrina social de la Iglesia y con la liberación de los pobres. Fue un hermano que compartió el amor del Padre con todos, especialmente con los más pobres, incluso se podría considerar un mártir.
“Es bueno mirar hacia atrás pero también debemos mirar hacia adelante, esto incluye a los hombres de buena voluntad, no solo cristianos. Todos como pueblo de Dios debemos caminar juntos con todo el mundo. Vamos a comprometernos para que los próximos 200 años sigan iluminados por el plan de Dios, que también sea para la mejora de la Patria, en especial de los más pobres”, expresó el decano de la Facultad de Humanidades y Teología en estas jornadas de reflexión.
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