La Fundación Planta de Generación de Energía Social (Fundación PGES), una iniciativa de la Universidad Católica Andrés Bello (UCAB) y la Universidad Santa María La Antigua (USMA), presentó los resultados del Estudio Nacional sobre Condiciones de Vida y Bienestar (ENCOVI–Panamá 2024).

A esta actividad asistió el rector magnífico, profesor Francisco Blanco, presidente de PGES, Sonia de Heckadon, directora ejecutiva de la fundación, así como representantes de entidades gubernamentales y sociales.

El rector Blanco indicó que este estudio es el resultado de una alianza estratégica entre Fundación PGES y socios claves.

Este estudio constituye una de las radiografías más completas del bienestar en Panamá, al analizar enfoques territoriales, de género, etnia, estratificación social y ciclo de vida. Fue desarrollado por la Fundación PGES, con el apoyo técnico y financiero de la Secretaría Nacional de Ciencia, Tecnología e Innovación (SENACYT), el Banco de Desarrollo de América Latina y el Caribe (CAF), y con la participación de un Comité Coordinador integrado por el Ministerio de Economía y Finanzas, Ministerio de Desarrollo Social, Ministerio de la Mujer, Instituto Nacional de Estadística y Censo, SENACYT y CAF.

El estudio, aplicado entre enero y julio de 2024 a 5,261 hogares con cobertura urbana, rural e indígena, se basa en  una premisa clave: el bienestar no se reduce a tener dinero, sino a poseer los activos que permiten vivir con dignidad y proyectar un futuro estable.

En otras palabras, el bienestar real depende del acceso a activos esenciales como: vivienda digna, servicios básicos continuos, seguridad alimentaria, educación, empleo formal, salud, protección social, redes de apoyo y participación ciudadana.

Principales resultados:

Crecimiento sin Distribución

El estudio revela que el crecimiento económico sostenido de las últimas décadas en Panamá no se ha traducido en equidad social ni territorial.

Esta situación ha creado una estructura de desigualdad acumulada que limita las oportunidades de desarrollo para amplios sectores de la población.

Avances más destacados

Si bien existen importantes retos a nivel territorial y a nivel de estratos, el Estudio ENCOVI Panamá 2024 muestra avances en el desarrollo social y económico del país, destacando la reducción sostenida de la pobreza por ingresos, que pasó de 42% en 1991 a 21.7% en 2023.

También en educación reveló una cobertura que alcanza al 78% de la población de 4 a 24 años, con una mayor participación femenina (80%), mostrando que las mujeres se han posicionado como mayoría en carreras científicas, técnicas y profesionales, reflejando un progreso importante en capital humano, aunque persisten brechas en posiciones de liderazgo.

En materia de salud, el 58% de la población percibe su estado como bueno o muy bueno, y el 76% de quienes reportaron algún problema buscó atención médica. El estudio también revela una amplia cobertura de planificación familiar, alcanzando el 70%.

A nivel digital, se evidencia un avance relevante: el 70% de los panameños de 10 años o más tiene acceso a dispositivos digitales, lo que fortalece oportunidades educativas, laborales y de información.

Si bien somos una población que va envejeciendo paulatinamente, el Estudio revela que los adultos mayores muestran altos niveles de autonomía, mientras más del 50% mantiene vínculos sociales frecuentes.

A pesar de persistentes brechas territoriales y socioeconómicas, 7 de cada 10 panameños expresan satisfacción con su comunidad, y un 56% percibe que su situación de vida es mejor que la de sus padres, lo que refleja un sentimiento general de progreso y movilidad social.

Hallazgos más críticos

La ENCOVI revela que el ingreso mensual del quintil más alto es 12 veces mayor que el del quintil más bajo, donde además la escolaridad promedio es de solo 2.6 años, frente a 14.2 años en los hogares con mayores activos.

La informalidad laboral total alcanza el 47% a nivel nacional, mientras que en los segmentos poblacionales más vulnerables supera el 70%, limitando el acceso a la seguridad social y aumentando la precariedad económica.

La inseguridad alimentaria emerge como un problema estructural: 29% de los hogares reporta algún nivel de afectación, cifra que asciende a 43% entre los grupos más pobres, superando el 50% en áreas indígenas. Esto confirma que el desafío no radica en la disponibilidad de alimentos, sino en la estabilidad del ingreso.

El documento advierte además que, aunque el 93% de las viviendas presenta materiales adecuados, solo 64% recibe agua de manera continua y 1 de cada 5 hogares se ubica en zonas de riesgo ambiental.

Desde una perspectiva de género, la encuesta señala que el 71% del cuidado doméstico no remunerado recae sobre mujeres, y que, 1 de cada 4 mujeres no puede incorporarse al trabajo por falta de apoyo en cuidados, destacando la ausencia de un Sistema Nacional de Cuidados.

El informe concluye que Panamá no enfrenta un problema de crecimiento económico, sino de distribución desigual de capacidades y oportunidades, donde las brechas no son coyunturales, sino acumulativas y heredadas.

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