Mi experiencia en el Comedor Solidario Santa María del Camino fue una inmersión profunda en la realidad más humana.
Durante mis 100 horas de Servicio Social Universitario (SSU), no solo realicé tareas operativas como servir comidas, limpiar pisos, cortar vegetales y montar toldos; también aprendí a ver el mundo desde otra perspectiva.
Cada mañana comenzaba con el aroma del café y el sonido de cuchillos sobre tablas de cortar, pero lo que realmente me marcó fue la conexión emocional que forjé con las personas que atendíamos.
Cada plato que serví no era solo comida, sino un gesto de dignidad y respeto hacia quienes lo recibían. Vi a personas mayores, niños y adultos en situación de calle recibir un plato caliente con una sonrisa sincera, algo que me enseñó que el hambre no es solo física, sino también emocional y social.
Estas interacciones me hicieron reflexionar sobre la importancia de ofrecer no solo alimentos, sino también afecto, reconocimiento y esperanza.
Uno de los momentos más impactantes fue cuando escuché a una mujer mayor decir «Muchas gracias, que Dios me los bendiga a todos» mientras tomaba su comida. Esa palabra, pronunciada con sinceridad, me recordó que el verdadero significado del servicio está en el corazón de quienes dan y reciben.
No llegué a este lugar para ser juzgada por lo que hacía o decía, sino para aprender y crecer como persona. Mi formación en Psicología me permitió aplicar conocimientos de empatía y escucha activa, pero lo que realmente transformó mi visión fue la humildad de las personas que atendíamos.
El SSU no fue solo un requisito académico; fue una llamada a ser más presente, más solidaria y humana.
Aprendí que el servicio no siempre requiere grandes gestos, sino pequeñas acciones realizadas con amor y compromiso. Lavar una olla, ordenar una silla o simplemente escuchar a alguien hablar se convirtieron en actos de amor y compasión.
Hoy, no solo soy una estudiante de Psicología, sino una servidora comprometida con el bienestar de los demás. Esta experiencia me conectó con el propósito de mi carrera: ayudar desde lo simple, lo cotidiano y lo humano.
Escrito por: Ana Isaacs | Estudiante de la Licenciatura en Psicología.