La sociedad global se enfrenta a los retos de la pobreza, la delincuencia, la desintegración familiar, la corrupción. También a constantes amenazas difíciles de sortear como fenómenos naturales causados por el cambio climático. Todo ello determinado por interrelaciones sociales cada vez más complejas.

El reconocimiento de los derechos humanos y de las libertades han sido fundamentales para el progreso. Sin embargo, esas atribuciones de los individuos no siempre han venido acompañadas de las actitudes que conduzcan a una sociedad más incluyente y equitativa.

Las libertades sin propósito de conjunto han servido para que cada quien decida y haga según su propio interés. Usándose tanto para el bien como para el mal, dependiendo de la conciencia y de la formación de los individuos.

Por lo tanto, es necesario construir una cultura con valores individuales y colectivos, basada en la solidaridad y la ética en nuestras relaciones recíprocas y con el ambiente, con plena conciencia de los impactos que genera la existencia de cada uno de nosotros en la vida de los demás y en el planeta.

Es indispensable la construcción social de “lo nuestro” en reemplazo de “lo mío”, de modo que pensemos y actuemos considerando “nuestro planeta”, “nuestro país”, “nuestra comunidad”. Esa forma de interrelacionarnos entre nosotros y con el entorno generaría una sociedad más sana, equilibrada y sostenible.

La ausencia de acciones concertadas para afrontar esos retos evidencia la falta de líderes comprometidos con el pleno desarrollo humano en armonía con el ambiente.

En nuestro país requerimos una profunda transformación social, es decir, refundar la república con un nuevo pacto social que redefina nuestras instituciones y el modo de involucrarnos en torno a objetivos comunes.

Sin embargo, nuevas reglas fundamentales por sí solas no son suficientes para lograr los cambios, hace falta contar con personas preparadas y dispuestos a entregar sus talentos, energías y esfuerzos para alcanzar la visión de conjunto.

En ese aspecto el diplomado en liderazgo para la transformación que se imparte en la usma. Bajo el auspicio del banco latinoamericano de fomento hace su contribución, formando a ciudadanos en valores y habilidades blandas como técnicas de comunicación efectiva, manejo de conflictos, emprendedurismo, entre otras.

Dicho programa académico es oportuno en tiempos de crisis de valores. Cuando prevalecen los intereses personales sobre los colectivos en múltiples escenarios.

Además, encaja con los objetivos de la descentralización pública. Este proceso requiere no sólo de gobiernos locales preparados, sino también de líderes comunitarios capacitados para la formulación de proyectos factibles, como se nos enseñó en este diplomado.

La experiencia de quienes recibimos esa capacitación ha sido fructífera. Durante cuatro meses creamos vínculos entre estudiantes y facilitadores. Sin importar los distintos orígenes geográficos y las diversas ocupaciones e intereses.  Queda en nuestras manos aplicar todo lo aprendido para el mejoramiento de nuestra sociedad. Así sea en el barrio, en la comunidad educativa, en el ámbito laboral, profesional, institucional o empresarial. El país nos necesita a todos.

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